La derrota en dobles junto a Daniel Evans en los Juegos Olímpicos marca el final de la carrera de uno de los mejores tenistas de la historia, quien ha recibido una multitud de mensajes tras colgar la raqueta.
Hubo una época en la que el ‘Big Three’, conformado por Federer, Nadal y Djokovic, dominaba el tenis. Sin embargo, surgió la figura de un joven nacido en Dunblane que renombró el famoso trío como ‘Big Four’. Ese joven era Andy Murray. Casi 20 años después, en una Suzanne Lenglen abarrotada, el laureado tenista británico ha puesto fin a una carrera exitosa tras perder en cuartos de final del dobles ante Fritz y Tommy Paul, siendo pareja de Daniel Evans.
En la primera ronda, salvaron hasta cinco bolas de partido contra Taro y Nishikori para imponerse en el super tie break en un partido agónico. El tenis tenía un último cuento de hadas preparado para Murray, ya que en octavos volvieron a salvar otras dos bolas de partido para avanzar a la siguiente ronda. Sin embargo, ayer la pareja estadounidense acabó con el sueño de la leyenda escocesa en dos sets para poner fin a su carrera.
Murray se retira siendo uno de los mejores tenistas de la historia, con dos medallas de oro olímpicas, tres Grand Slams (dos Wimbledon y un US Open) y habiendo sido número uno del mundo en la misma era que el ‘Big Three’. Además, ha sido un pilar fundamental en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en el tenis, alzando siempre la voz cuando ha sido necesario.
A pesar de tener un revés de clase mundial, la clave del éxito de Murray ha sido su resiliencia y su capacidad de luchar hasta el final en cada punto, regalando a los fanáticos auténticas maratones de tenis. Su sueño siempre fue ganar Wimbledon frente a su público desde que era un niño, y lo logró no una, sino dos veces (2013 y 2016). Además, en 2016 también consiguió el oro olímpico sobre la hierba del All England Club.
En su palmarés también se encuentra una Copa Davis y hasta 14 títulos de Masters 1000, algo impresionante teniendo en cuenta a quiénes tenía en frente. Hasta sus últimos días, Andy no dejó de luchar. Su remontada ante Kokkinakis en el Open de Australia es parte de la historia del torneo, al igual que sus últimos dos partidos en París antes de despedirse para siempre del deporte al que ha jurado amor eterno en más de una ocasión.