Hoy ha sido un día conmovedor para el deporte español. La noticia de la lesión de Carolina Marín nos dejó a todos con el corazón en vilo y muchos no pudieron contener las lágrimas. Ver a una campeona sufrir una lesión tan grave en un momento tan crucial, después de todo el trabajo que había realizado, simplemente no era justo y la mañana se tiñó de gris. Incluso para Carlos Alcaraz, que estaba siguiendo el partido en directo: «Estaba disfrutando mucho de su nivel, la veía muy superior. Me ha dejado muy mal cuerpo ver la lesión y cómo siguió intentándolo durante un par de puntos más. Tenía la final en la mano, es una lástima lo que ha ocurrido. Le deseo una pronta recuperación y le envío todo mi apoyo. Siempre digo que no hay mal que por bien no venga», afirmó.
En ese momento, Carlos no sabía que Carolina no sería la única que lloraría de dolor y rabia ese día. A él le tocó en la pista, cuando se derrumbó tras perder contra Djokovic: «Tenía tantas ganas de llevar el oro a España y de que todos estuvieran orgullosos de mí, que por un momento pensé que los había defraudado y que no había alcanzado el nivel que esperaban de mí. Por eso ese derrumbe que me costó algunas lágrimas», confesó Carlos.
Así, el mundo del tenis se vio sacudido por emociones intensas y momentos de gran incertidumbre. Tanto Carolina Marín como Carlos Alcaraz demostraron la valentía y el coraje que los caracteriza, pero también la vulnerabilidad y la sinceridad que los hacen humanos. Ambos tienen un largo camino por delante, lleno de desafíos y obstáculos, pero con el apoyo de sus seguidores y la determinación que los caracteriza, seguramente lograrán superar cualquier adversidad que se les presente. ¡Que viva el tenis español!